
Capítulo 41
Iquique, Una ciudad de barrios
El Morro
Iquique Siglo XX
Los centros de población en Iquique estuvieron ubicados en un principio en las caletas y posteriormente estos asentamiento fueron conformando los primeros barrios. de esta manera nacieron El Morro, Cavancha, El Colorado, el centro y La Puntilla, pilares desde los cuales se proyectó la ciudad que hoy conocemos. Esta división corresponde a fines del siglo XIX y comienzo del siglo XX.Nacido y criado en el sector centro de la ciudad, Hugo Marín, quien fue presidente de la Junta de Vecinos Central Nº24, afirma que vivir antiguamente en los barrios de Iquique era una experiencia inolvidable. “Todos se conocían y existía una gran amistad. Aquí celebraciones como cumpleaños, casamientos y bautizos hacían vibrar no sólo a los que festejaban, sino que a todos los vecinos”.
Esta forma de vida tan especial fue forjando la “raza” iquiqueña y dándole un cariz muy diferente a kas ciudades del resto del país. La principal característica de sus barrios era la activa vida social que envolvía a todos los sectores económicos y que más tarde desencadenarían en actividades culturales y deportivas que harían famosa a esta “Tierra de Campeones”.
Barrio El Morro
El más antiguo centro de residencia de la población iquiqueña es El Morro y una de las principales características que lo constituyó como un lugar singular dentro del folclore iquiqueño, fue su carnaval.Esta celebración se realizaba en todos los barrios desde principios de siglo.
“Yo llegué al Morro cuando tenía 7 años y el carnaval estaba en pleno apogeo. Todos nos disfrazábamos, incluso los adultos”, afirma un antiguo morrino.
Los disfraces le agregaron al carnaval un aspecto fantasioso que le dio fama en todo Chile. Durante la festividad la gente en comparsas salía a bailar y recorrer el barrio y después la ciudad mojando o ensuciando con agua, harina o brillantina que recogía de los cerros a quienes venían a observar”, señala Checho González, cantantes y creador de la distinción Dragón de Plata.
Pero al contrario de lo que pudiera pensarse, la gente que asistía, conocía perfectamente los riesgos. “A veces los más jóvenes se sobrepasaban y ocurría algún accidente donde intervenían los carabineros, pero eran hechos aislados, ya que esta era una fiesta familiar donde la gente venía sólo a divertirse”.
Dentro de esta festividad había dos días claves, el martes que era el “Día de los picados” y el Miércoles de Ceniza.
El “Día de los picados” era la última ocasión que tenía la gente para desquitarse mojando o ensuciando a quienes habían hecho lo mismo con ellos. “Ese día generalmente el comercio y todos los trabajos cerraban sus puertas desde muy temprano, mientras que los niños se aprovisionaban de agua, harina y brillantina para comenzar una verdadera batalla que sólo terminaba cuando no quedaba nada que tirar”.
El “Miércoles de Ceniza” se terminaba con la festividad con una misa realizada por el párroco del barrio y con el entierro de El Carnaval que se iniciaba con una procesión de gente desde la calle Souper por Gorostiaga para bajar por la Plaza Prat. Después la comparsa seguía hacia Baquedano hasta el cine Délfico, actual edificio Atalaya, y regresaba por Vivar para bajar por O’Higgins y continuar a los baños Bellavista, balneario ubicado al lado de la actual piscina alcalde Godoy, donde se enterraba al mono.
A fines de los sesenta el carnaval vuelve a renovarse con la presencia de jóvenes como Freddy Taberna y Manuel Castro, iniciándose también la elección de la primera reina resultando electa Mónica Riveros, una joven morrina de 17 años.
Pero las celebraciones no sólo están relacionadas con el carnaval sino también con el deporte, ya que este barrio es el lugar de nacimiento de clubes como el Deportivo Canadá, fundado en 1959, famoso por la práctica de béisbol, y el Boca Juniors creado en 1945 con especialidades como tenis de mesa, waterpolo, ciclismo, voleibol y fútbol.
Otro rasgo importante son sus personajes entre los que destaca el cura Domingo Ernesto Soto Díaz que comenzó a trabajar como párroco de la Iglesia el Santísimo Sacramento en 1949 y continuó haciéndolo cerca de 40 años, hasta que fue suspendido por la iglesia tras comprobar que hacía vida matrimonial y tenía hijos.
“Era un hombre muy querido por todos y aunque muchos sabían de su esposa e hijos, el excelente trabajo y la vocación que demostraba y la vocación que demostraba hizo que todos los vecinos lo apoyaran cuando la iglesia lo destituyó de su parroquia. era un ejemplo de vida tanto para los niños como para los jóvenes y adultos”. afirma González.
Otros de los personas de este barrio pertenecen a las familias Tabera y Soudre, destacándose el Gancho Guille, tío abuelo de los Taberna a quien se le atribuye el saludo de el “avísale”, el “Paisoca”.
Además estaban en este lugar un florido grupo de pescadores y amantes del mar y la pampa que hicieron época. “El Rasputín eximio nadador campeón de waterpolo, el “Chapalele”, y el “Pitigallo”, el “Indio Huiro”, el “Cojo Figueroa” y “El Piojo” entre otros, le dieron un carácter muy particular y distintivo dentro del folclore iquiqueño.
En cuanto a los servicios presentes en este barrio destacan, la empresa de gas, la refinería de azúcar de la firma Nitrate Agencia Limitada, una maestranza, la fundación Victoria de Vicente y Agustín Jiménez, el edificio y los primitivos muelles utilizados por el embarque de salitre y mercaderías.