Conseguir agua en una zona completamente árida fue una verdadera epopeya para los primeros habitantes del litoral de la Provincia de Iquique. Debido a ello el desarrollo se ve asociado a las aguadas y vertientes, que cobran un papel fundamental en el desarrollo de la vida a lo largo del litoral.
Según el arqueólogo Lautaro Núñez, el agua se podía obtener, al igual que hoy, gracias a la neblina o camanchaca que se levanta desde el mar y es empujada por los vientos contra los cerros altos de la Cordillera de la Costa. En las partes altas, esta neblina se condensa al chocar y gotea, formando hilillos de agua entre rocas o una superficie relativamente impermeable. De esta forma se apoza en cuencas naturales, dando origen a las aguadas ubicadas en los cerros. Sin embargo, a veces la roca está fisurada y el agua escurre bajo tierra hasta los faldeos del mismo cerro y aflora en fallas geológicas.
También se podía conseguir agua gracias a napas subterráneas presentes en los sedimentos del borde occidental de la Pampa del Tamarugal. Estas aguas provienen a su vez de precipitaciones infiltradas en las partes altas de la Cordillera de Los Andes. El agua pasa bajo el desierto y aparecen como vertiente en la costa.
Cualquiera sea el caso, los primitivos tuvieron que caminar largas distancias en busca del agua. Desde tiempos inmemoriales utilizaron cuero de lobos marinos y los estómagos de estos animales como cantimploras o depósitos que eran llevados en las espaldas.
Los antecedentes expuestos coinciden con la ubicación de las aguadas de neblinas y los sitios arqueológicos. Entre la zona costera de Pisagua y Taltal se han reconocido más de 80 vertientes, en cada una de las cuales hay vestigios de uno o más asentamientos humanos.
Según el arqueólogo Lautaro Núñez, el agua se podía obtener, al igual que hoy, gracias a la neblina o camanchaca que se levanta desde el mar y es empujada por los vientos contra los cerros altos de la Cordillera de la Costa. En las partes altas, esta neblina se condensa al chocar y gotea, formando hilillos de agua entre rocas o una superficie relativamente impermeable. De esta forma se apoza en cuencas naturales, dando origen a las aguadas ubicadas en los cerros. Sin embargo, a veces la roca está fisurada y el agua escurre bajo tierra hasta los faldeos del mismo cerro y aflora en fallas geológicas.
También se podía conseguir agua gracias a napas subterráneas presentes en los sedimentos del borde occidental de la Pampa del Tamarugal. Estas aguas provienen a su vez de precipitaciones infiltradas en las partes altas de la Cordillera de Los Andes. El agua pasa bajo el desierto y aparecen como vertiente en la costa.
Cualquiera sea el caso, los primitivos tuvieron que caminar largas distancias en busca del agua. Desde tiempos inmemoriales utilizaron cuero de lobos marinos y los estómagos de estos animales como cantimploras o depósitos que eran llevados en las espaldas.
Los antecedentes expuestos coinciden con la ubicación de las aguadas de neblinas y los sitios arqueológicos. Entre la zona costera de Pisagua y Taltal se han reconocido más de 80 vertientes, en cada una de las cuales hay vestigios de uno o más asentamientos humanos.