Los dueños de la tierra
Antes de la presencia Inca en estas tierras, de la llegada de los españoles o de la creación del estado Chileno, el pueblo aymara ha estado presente en el altiplano y en los valles y oasis de la Primera Región.
Con mil años de historia como pueblo unificado en una sola lengua, costumbres y organización social, esta cultura evolucionó gracias a la creación de reinos o señoríos indígenas.
Estos grupos, esparcidos en lo que hoy es Bolivia, Perú y Chile, se reunían en reinos que tenían en común la lengua aymara o Haque Aru. Los pueblos se llamaban collas, ipuacas, pacajes, omasuyos, canas, canchis, carangas, lipez, collaguas y ubinas.
Con el paso de los siglos, unieron criterios culturales hasta convertirse en lo que actualmente se conoce como nación aymara.
Dibujos en la tierra
La conformación de los territorios autónomos dio pie a la construcción de los pukaras que eran fortalezas defensivas en contra el ataque de pueblos foráneos o rivales.
En este periodo también se construyeron los geoglifos en los faldeos de algunos cerros de la Región de Tarapacá.
Cada geoglifo tenía una ubicación estratégica, en los cerros, en los faldeos orientales de la Cordillera de la Costa, el sector de Pintados en la comuna de Pozo Almonte y en las quebradas que atraviesan la Pampa del Tamarugal. Existen desde el valle de Azapa hasta el río Loa.
Investigaciones actuales han determinado que el objetivo de los geoglifos eran señalizar el paso de las caravanas entre la sierra y la costa y mostrar puntos para abastecerse de agua. También por su simbología no se descarta que cumplían funciones rituales o de culto a las divinidades.
Presencia Inca
Para llevar a cabo el proceso de dominación, los incas trasladaron colonias militares y campesinas a los valles asimilados. Con ellos construyeron un complejo sistema de vías de comunicación que hoy es conocido en todo el mundo como el Camino del Inca.
El antropólogo Olaff Olmos explica que los Incas al conquistar a los aymaras les exigen el pago de tributo en productos agrícolas, artesanales y mano de obra. Todo esto para llevar a cabo los trabajos que emprendió el imperio en ese tiempo como caminos, puentes y obras de riego.
A pesar de esta presión, el Inca les respeta su forma de organización social, fiestas, creencias religiosas, costumbres y sus propios jefes; pero, al mismo tiempo dependen políticamente del dominio del Cuzco.
El dominio Inca duró apenas 65 años, ya que en 1535 llegan los españoles quienes cambian el destino del imperio y, con ello, el futuro de la Provincia de Iquique.